Talasemia: Complicaciones y tratamiento

Si tengo talasemia, ¿de qué manera afecta a mi cuerpo?

Photo of mother holding baby with Thalassemia

Debido a que su cuerpo tiene menos glóbulos rojos si usted tiene talasemia, es posible que tenga síntomas de un bajo conteo sanguíneo o anemia. Si tiene anemia, podría sentirse cansado o débil. También es posible que presente:

  • Mareos
  • Dificultad para respirar
  • Ritmo cardiaco acelerado
  • Dolor de cabeza
  • Calambres en las piernas
  • Dificultad para concentrarse
  • Piel pálida

Su cuerpo se esforzará mucho para tratar de producir más glóbulos rojos. El principal lugar donde se producen los glóbulos rojos es en la médula ósea, la parte oscura esponjosa en el centro de los huesos. Debido a que su médula ósea puede estar trabajando más duro de lo normal, es posible que crezca. Esto hace que los huesos se expandan y podría estirarlos y hacerlos más delgados, y facilitar las fracturas.

Otro lugar en donde se produce la sangre es en un órgano llamado bazo, el cual se ubica en la parte izquierda del abdomen, justo debajo de las costillas inferiores. El bazo tiene muchas otras funciones. Dos de las principales son filtrar la sangre y monitorearla para detectar ciertas infecciones. Cuando las encuentra, puede comenzar el proceso para combatirlas. Si usted tiene talasemia, el bazo puede agrandarse mucho a medida que trata de producir glóbulos rojos. Debido a que se esfuerza tanto en esta tarea, no puede trabajar tan fuerte para filtrar la sangre o monitorearla para detectar infecciones y combatirlas. Por esta razón, se dice que las personas con talasemia están “inmunodeprimidas”, lo que significa que algunas de las defensas del cuerpo contra las infecciones no están funcionando. Si usted está inmunodeprimido, es más fácil que contraiga infecciones y en ocasiones necesita protección extra, como la de la vacuna contra la influenza, entre otras.

¿Cómo se trata la talasemia?

El tipo de tratamiento que recibe una persona depende de la gravedad de la talasemia. Mientras más grave sea, menos hemoglobina tendrá el cuerpo, y más grave podría ser la anemia.

Una de las formas de tratar la anemia es proporcionarle al cuerpo más glóbulos rojos para que transporten oxígeno. Esto se puede hacer por medio de una transfusión de sangre, que es un procedimiento común y seguro por el cual se recibe sangre a través de un tubito de plástico que se inserta en uno de los vasos sanguíneos. Algunas personas con talasemia, generalmente con talasemia mayor, necesitan transfusiones de sangre de manera regular debido a que su cuerpo produce una cantidad muy pequeña de hemoglobina. Las personas con talasemia intermedia (no tan grave como la talasemia mayor ni tan leve como el rasgo de la talasemia) podrían necesitar transfusiones de sangre ocasionalmente, como cuando tengan una infección o una enfermedad. Las personas con talasemia menor o el rasgo de la talasemia generalmente no necesitan transfusiones de sangre debido a que no tienen anemia o porque la anemia que tienen es leve.

Es frecuente que a las personas con talasemia se les recete un suplemento de vitamina B, conocido como ácido fólico, para ayudar a tratar la anemia. El ácido fólico puede ayudar a la producción de glóbulos rojos. El tratamiento con ácido fólico generalmente se realiza además de otras terapias.

¿Cómo afectan las transfusiones de sangre a mi cuerpo?

Las personas que reciben muchas transfusiones de sangre tienen riesgo de presentar una sobrecarga de hierro. Los glóbulos rojos contienen mucho hierro y, con el tiempo, el hierro de todas las transfusiones puede acumularse en el cuerpo. Cuando esto ocurre, el hierro se queda en lugares como el corazón, el hígado y el cerebro, y puede hacer más difícil el funcionamiento adecuado de estos órganos. Para prevenir la sobrecarga de hierro, las personas con talasemia pueden necesitar terapia de quelación, que es cuando los médicos administran un medicamento, ya sea una pastilla o una inyección debajo de la piel, para eliminar el exceso de hierro antes de que se acumule en los órganos.

Cada vez que una persona recibe una transfusión de sangre, aumenta su riesgo de tener un problema llamado “aloinmunidad”. Esto ocurre cuando el cuerpo de una persona reacciona a la sangre de una transfusión porque su sistema inmunitario la ve como dañina y trata de destruirla. Las personas con aloinmunidad de todos modos pueden recibir transfusiones de sangre, pero la sangre que reciben tiene que ser analizada y comparada con su propia sangre para asegurarse de que el sistema inmunitario no la vaya a destruir. Esto toma tiempo y puede significar que las personas con aloinmunidad tengan que esperar más tiempo para obtener sangre o que sea más difícil encontrar sangre que no vaya a ser destruida por su cuerpo.

Otra preocupación para las personas que reciben muchas transfusiones es la seguridad de la sangre que reciben. Algunas infecciones, como la hepatitis, se pueden portar en la sangre. En los Estados Unidos, los suministros de sangre son examinados y monitoreados para que sean seguros y el riesgo de contraer una infección por una transfusión de sangre es muy bajo. Sin embargo, aún existe el riesgo de contraer una infección de esta manera.