Delirio

PorJuebin Huang, MD, PhD, Department of Neurology, University of Mississippi Medical Center
Revisado/Modificado feb. 2023
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El delirio es un trastorno súbito de la función mental, fluctuante y en general reversible. Se caracteriza por incapacidad para prestar atención, desorientación, imposibilidad de pensar con claridad y fluctuaciones en el estado de alerta (consciencia).

  • Diversos trastornos, fármacos, drogas recreativas y sustancias tóxicas pueden causar delirio.

  • El diagnóstico se basa en los síntomas y en los resultados de una exploración física, y se utilizan análisis de sangre, de orina y pruebas de diagnóstico por la imagen para identificar la causa.

  • Por lo general, el delirio se cura tratando de manera adecuada el trastorno que lo causa.

(Véase también Introducción al delirio y la demencia.)

El delirio es un estado mental anormal, no una enfermedad. Aunque el término identifica un trastorno clínico específico, se utiliza con frecuencia para describir cualquier tipo de confusión.

Aunque tanto el delirio como la demencia afectan al pensamiento, son dos trastornos diferentes.

  • El delirio altera sobre todo la capacidad de prestar atención, mientras que la demencia altera principalmente la memoria.

  • El delirio comienza de repente y a menudo tiene un momento de inicio definido. La demencia por lo general comienza poco a poco y no tiene ningún punto de comienzo definido (véase la tabla Comparación del delirio y la demencia).

El delirio nunca es normal y, por lo general, indica un problema grave de aparición reciente, en especial en las personas mayores. Las personas con delirio precisan atención médica inmediata. Si se identifica la causa y se corrige con rapidez, el delirio puede curarse.

Es difícil determinar la prevalencia del delirio, dado el carácter transitorio de este trastorno. El delirio afecta a un porcentaje entre el 15 y el 50% de las personas hospitalizadas.

El trastorno aparece a cualquier edad, pero es más frecuente en los ancianos. El delirio es habitual en los residentes en hogares de ancianos. Cuando el delirio se produce en personas más jóvenes, por lo general se debe al consumo de fármacos/drogas (con receta, de venta libre o recreativas) o a un trastorno potencialmente mortal.

¿Qué es la confusión?

El término confusión tiene diferentes significados según las personas, pero los médicos lo utilizan para describir el estado de aquellos que no pueden procesar la información con normalidad.

Las personas confusas no pueden

  • Seguir una conversación

  • Responder preguntas de forma apropiada

  • Saber dónde se encuentran

  • Actuar de manera que se proteja su seguridad personal

  • Recordar hechos importantes

La confusión tiene muchas causas diferentes, entre las que se encuentran la utilización de fármacos (con o sin receta médica) y el consumo de drogas recreativas, además de una amplia variedad de trastornos. Tanto el delirio como la demencia, aunque son trastornos muy diferentes, producen confusión.

Cuando se está en estado de confusión, el médico intenta determinar la causa y, especialmente, establecer si se trata de delirio o demencia.

El delirio provoca una confusión de desarrollo rápido y empeoramiento súbito. En estos casos se requiere atención médica inmediata, ya que un trastorno grave puede producir el delirio. Además, tras identificar y tratar la causa, con frecuencia se consigue revertir el delirio.

La demencia provoca una confusión de desarrollo lento. En este caso se necesita atención médica, pero no urgente. El tratamiento retrasa el deterioro mental en los afectados de demencia, aunque habitualmente no puede detenerlo.

Causas de los delirios

El desarrollo o el empeoramiento de muchos trastornos produce delirio. Cualquiera que esté gravemente enfermo o tomando fármacos o drogas que afectan a la función cerebral (drogas recreativas o fármacos psicoactivos) puede presentar delirio.

En general, las causas más frecuentes de delirio son las siguientes:

Otras causas incluyen la hospitalización, la cirugía, la retirada de un medicamento que se ha tomado durante mucho tiempo, ciertos trastornos y venenos. El delirio aparece a menudo durante la hospitalización en personas con demencia.

El delirio puede ser consecuencia de afecciones menos graves en personas mayores y en personas que han sufrido un accidente cerebrovascular o que han sufrido demencia, enfermedad de Parkinson o daño cerebral debido a otra afección. Los trastornos menos graves que pueden desencadenar el delirio son

  • Enfermedades leves (como una infección del tracto urinario)

  • Estreñimiento importante

  • Dolor

  • El uso de una sonda vesical (un tubo delgado que se usa para drenar la orina desde la vejiga)

  • Deshidratación

  • Privación prolongada del sueño

  • Privación sensorial (incluyendo el hecho de estar aislado socialmente y no tener acceso a gafas o audífonos)

En algunos casos no se puede identificar la causa.

Hospitalización

El hecho de estar en un entorno desconocido como un hospital, particularmente en una unidad de cuidados intensivos (UCI), puede contribuir al delirio o desencadenarlo.

En la UCI se está aislado en una habitación, por lo general sin ventanas ni relojes. De este modo desaparece la estimulación sensorial normal y puede producirse desorientación. El sueño queda perturbado por el personal sanitario, que despierta a las personas durante la noche para controlarlas y tratarlas, y por los fuertes pitidos de los monitores, intercomunicadores, voces en el pasillo y alarmas. Además, la mayoría de las personas que están ingresadas en la UCI sufren trastornos graves y pueden recibir tratamiento con fármacos que pueden desencadenar el delirio.

Una persona que está en una UCI puede sufrir crisis epilépticas que no causan convulsiones (denominadas crisis epilépticas no convulsivas). Estas crisis pueden causar delirio, pero es posible que estas crisis epiléticas no puedan ser reconocidas porque no causan convulsiones u otros síntomas típicos de este tipo de crisis. Si las crisis epilépticas no son reconocidas, puede ocurrir que no se traten de manera adecuada y con prontitud.

Cirugía

El delirio también es muy frecuente después de una intervención quirúrgica, probablemente por el estrés que ocasiona, por los anestésicos utilizados y por los medicamentos para el dolor (analgésicos) administrados en el postoperatorio.

El delirio también se puede desarrollar cuando una persona que está a punto de someterse a una intervención quirúrgica no tiene acceso a una sustancia que ha estado consumiendo, como una droga recreativa, alcohol o tabaco. Cuando la persona deja de consumir estas sustancias puede sufrir síntomas de abstinencia, incluyendo el delirio.

Consumo de drogas y fármacos

Las drogas recreativas y los fármacos son la causa más común y reversible del delirio. Entre los jóvenes, el consumo de drogas recreativas y la intoxicación aguda por alcohol son causas frecuentes. Entre los mayores, la causa suelen ser los fármacos con receta médica.

Los fármacos psicoactivos afectan directamente a las células nerviosas del cerebro, y pueden causar delirio. Se incluyen los siguientes:

Muchos otros fármacos y drogas también causan delirio. Algunos ejemplos son:

  • Medicamentos con efectos anticolinérgicos, incluidos diversos antihistamínicos de venta sin receta médica

  • Anfetaminas y cocaína, que son estimulantes

  • Cimetidina

  • Medicamentos que reducen la presión arterial (antihipertensivos, incluidos los betabloqueantes)

  • Corticoesteroides

  • Digoxina y otros fármacos utilizados para el tratamiento de trastornos cardíacos

  • Levodopa

  • Relajantes musculares

Abstinencia

El delirio también aparece por la suspensión repentina de un fármaco o de una droga recreativa utilizados durante mucho tiempo, como por ejemplo un sedante (como una benzodiazepina o un barbitúrico) o un analgésico opiáceo.

El delirio se produce con frecuencia en personas con trastorno por consumo de alcohol que de repente dejan de beber alcohol (lo que se denomina delirium tremens) y en personas con trastorno por consumo de heroína que de repente dejan de consumir heroína.

Trastornos

Los niveles anormales de algunos electrólitos en la sangre, como el calcio, el sodio o el magnesio, interfieren con la actividad metabólica de las células nerviosas y llevan al delirio. Los diuréticos, la deshidratación o trastornos como la insuficiencia renal y el cáncer extendido provocan niveles anormales de electrólitos.

Los niveles de azúcar en sangre extremadamente altos (hiperglucemia) o bajos (hipoglucemia) causan delirio.

La hipoactividad de la glándula tiroidea (hipotiroidismo) causa confusión mental y letargo. La hiperactividad de la glándula tiroidea (hipertiroidismo) causa confusión mental con hiperactividad.

Si se desarrolla insuficiencia hepática o insuficiencia renal y no se diagnostican, puede aparecer delirio por un fármaco administrado durante mucho tiempo, aunque no se hayan observado problemas anteriormente. En estos trastornos, el hígado o los riñones no funcionan y no pueden eliminar los fármacos. En consecuencia, el fármaco puede acumularse en la sangre y llegar al cerebro, y provocar así el delirio.

Entre los más jóvenes, la causa del delirio (una vez excluidas las drogas y el alcohol) suele ser

  • Una enfermedad que afecta directamente el encéfalo, por ejemplo, una infección encefálica, como la meningitis o la encefalitis.

En personas mayores, la causa es a menudo

ya que estas infecciones pueden afectar indirectamente al cerebro.

La encefalopatía de Wernicke, producida por un déficit grave de tiamina, una vitamina B, puede causar confusión y delirio. Si no se trata, la encefalopatía de Wernicke puede causar un daño cerebral grave, coma o muerte.

Algunos trastornos (como accidentes cerebrovasculares, tumores cerebrales o abscesos cerebrales) causan síntomas de delirio al dañar directamente el encéfalo.

El delirio puede ser el primer síntoma en las personas mayores con una enfermedad vírica, como la COVID-19.

Sustancias tóxicas

Entre los jóvenes, una causa frecuente de delirio es la ingestión de sustancias tóxicas, tales como alcohol isopropílico o anticongelante.

Edad y salud: delirio

El delirio es más frecuente en las personas mayores. Es un motivo frecuente por el que los familiares de los ancianos buscan ayuda médica u hospitalaria. Del 15 al 50% de las personas mayores experimentan delirio en algún momento durante un ingreso hospitalario.

Causas

En ellos, el delirio puede aparecer por cualquier trastorno que provoque delirio en los jóvenes, pero también puede surgir por otros trastornos menos graves, como por ejemplo:

Ciertos cambios relacionados con la edad hacen que las personas ancianas sean más propensas a desarrollar delirio. Estos cambios son

  • Un aumento de la sensibilidad a los medicamentos o a las drogas recreativas

  • Alteraciones cerebrales

  • La presencia de afecciones que aumentan el riesgo de delirio

Fármacos: los mayores son mucho más sensibles a numerosos fármacos y drogas recreativas. En los ancianos, la causa más frecuente de delirio son los fármacos que afectan el funcionamiento del cerebro, como los sedantes. Sin embargo, también pueden normalmente causarlo fármacos que no afectan el funcionamiento cerebral, entre los que se incluyen muchos de venta sin receta, sobre todo antihistamínicos. Los mayores son mucho más sensibles a los efectos anticolinérgicos que tienen muchos de estos fármacos. Uno de estos efectos es la confusión.

Alteraciones encefálicas relacionadas con la edad: el delirio es más frecuente en las personas mayores, en parte porque algunos cambios en el cerebro relacionados con la edad los hace más susceptibles. Por ejemplo, los mayores suelen tener un menor número de neuronas y niveles más bajos de acetilcolina, una sustancia que hace que las neuronas se comuniquen entre sí. Cualquier tipo de estrés (por un fármaco, enfermedad o situación) que reduzca más el nivel de acetilcolina dificulta el funcionamiento cerebral. Por lo tanto, en los mayores es muy probable que el estrés provoque delirio.

Otras enfermedades: los ancianos también son más propensos a desarrollar otros trastornos que los hacen más susceptibles al delirio, como por ejemplo:

  • Accidente cerebrovascular (ictus)

  • Demencia

  • Enfermedad de Parkinson

  • Otros trastornos que causan degeneración nerviosa

  • Uso de tres o más fármacos

  • Deshidratación

  • Desnutrición

  • Inmovilidad

El delirio suele ser el primer signo de otro trastorno, a veces grave. Por ejemplo, el primer síntoma que presentan las personas mayores con COVID-19 puede ser delirio, en ocasiones sin otros síntomas de COVID-19.

Síntomas

El delirio tiende a durar más tiempo en los mayores.

Es complicado reconocer la confusión, que es el síntoma más evidente, en las personas mayores. Los jóvenes con delirio pueden mostrarse agitados, pero los muy ancianos tienden a callarse y retraerse. En tales casos, aún es más difícil reconocer el delirio.

Tener delirio también aumenta el riesgo de que las personas mayores con COVID-19 deban permanecer en una unidad de cuidados intensivos (UCI), o bien ir a un centro de rehabilitación después de ser dados de alta del hospital o incluso morir.

La aparición de un comportamiento psicótico en edades avanzadas suele indicar delirio o demencia. La psicosis provocada por un trastorno psiquiátrico casi nunca aparece durante la vejez.

Los mayores son más propensos a presentar demencia, hecho que dificulta aún más la identificación del delirio. Ambos causan confusión. Se intenta distinguirlos determinando la rapidez de instauración de la confusión, y cuál era la función mental previa. También se formulan preguntas que evalúan diversos aspectos del pensamiento (examen del estado mental). Por lo general se consideran con delirio, hasta que se demuestre lo contrario, aquellos cuya función mental empeora de repente, aunque presenten demencia. El hecho de sufrir demencia aumenta el riesgo de desarrollar delirio, y algunas personas presentan ambas enfermedades.

Tratamiento

Generalmente, el delirio y la hospitalización que conlleva pueden provocar muchos más problemas, como desnutrición, deshidratación y úlceras de decúbito. Estos problemas pueden tener consecuencias graves en las personas mayores. Así, los mayores se benefician del tratamiento realizado por un equipo interdisciplinario, compuesto por médicos, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, personal de enfermería y trabajadores sociales.

Prevención

Para ayudar a prevenir el delirio en una persona mayor hospitalizada, los familiares pueden solicitar la colaboración del personal del hospital en los aspectos siguientes:

  • Animando al paciente a moverse con regularidad

  • Colocando un reloj y un calendario en la habitación

  • Minimizando las interrupciones y los ruidos durante la noche

  • Asegurándose de que la persona come y bebe lo suficiente

Los familiares pueden visitar y hablar con el afectado para así mantenerle orientado. Los afectados por delirio pueden tener miedo, y una voz conocida de un familiar tendrá un efecto calmante.

Síntomas del delirio

El delirio suele comenzar de repente y progresa durante horas o días. El comportamiento de los afectados varía, pero se asemeja al de una persona cada vez más intoxicada.

El sello distintivo del delirio es

  • Incapacidad de prestar atención

Los afectados no pueden concentrarse, razón por la cual les es difícil procesar cualquier información nueva y no recuerdan hechos recientes. En consecuencia, no comprenden lo que ocurre a su alrededor y se desorientan. La confusión súbita sobre el tiempo y a menudo sobre el espacio (dónde están) es a veces un signo precoz de delirio. Si este es grave, el afectado no sabe quién es o quiénes son los de su entorno. El pensamiento es confuso, la persona con delirio divaga, y a veces habla de manera incoherente.

El estado de consciencia es fluctuante en un momento el afectado está extremadamente consciente y acto seguido se muestra lento y soñoliento. Otros síntomas cambian con frecuencia de un momento a otro y tienden a empeorar al final del día (un fenómeno denominado confusión vespertina).

Los afectados por delirio suelen tener el sueño inquieto o los ciclos de sueño y vigilia invertidos, durmiendo durante el día y permaneciendo despiertos por la noche.

A veces sufren alucinaciones extravagantes y aterradoras, y ven cosas o personas irreales. Algunas personas desarrollan paranoia (sentimientos injustificados de ser perseguidos) o tienen delirios (falsas creencias que generalmente implican una mala interpretación de las percepciones o experiencias).

El estado de ánimo y la personalidad cambian. Algunos se vuelven tan silenciosos y retraídos que nadie se percata de su delirio. Otros se irritan, agitan y están inquietos, y se mueven sin cesar. Los que desarrollan delirio tras el consumo de sedantes son propensos a volverse retraídos y soñolientos. Los que han tomado anfetaminas o han interrumpido el uso de sedantes se vuelven hiperactivos y agresivos. Algunos alternan los dos tipos de comportamiento.

El delirio dura horas, días o incluso más tiempo, según la gravedad y la causa. Si la causa del delirio no se identifica y se trata con rapidez, la persona afectada se puede volver cada vez más soñolienta e insensible y puede necesitar fuertes estímulos para despertarse (este estado se denomina estupor). El estupor deriva a veces en coma o muerte.

¿Sabías que...?

  • Por lo general, un comportamiento psicótico que aparece en edades avanzadas indica delirio o demencia.

Diagnóstico del delirio

  • Evaluación médica

  • Pruebas del estado mental

  • Análisis de sangre y orina y pruebas de diagnóstico por la imagen para verificar posibles causas

La sospecha de delirio se basa en los síntomas, especialmente en la falta de atención y cuando la capacidad de prestar atención varía de un momento a otro. Sin embargo, el delirio leve es difícil de reconocer. Es probable que no se identifique en las personas hospitalizadas.

La mayoría de las personas que pueden padecer delirio son hospitalizadas para su estudio y para evitar que puedan causarse daño a sí mismos o a los demás. Los procedimientos diagnósticos se realizan de manera rápida y segura en el hospital, y cualquier trastorno detectado se trata de inmediato.

Dado que la causa del delirio pueden ser algún trastorno grave (que podría ser rápidamente mortal), se intenta identificar su origen lo antes posible. En muchos casos, el tratamiento de la causa tras su identificación consigue que remita el delirio.

Primero se intenta diferenciar el delirio de otros trastornos que afectan a la función mental. Para hacerlo, se recopila la máxima información posible sobre los antecedentes clínicos o el historial médico, con una exploración física y otras pruebas.

Historia clínica (anamnesis)

Se entrevista a amigos, familiares u otros observadores, porque los afectados por delirio suelen ser incapaces de responder. Las preguntas incluyen:

  • Cómo empezó la confusión (de forma repentina o gradual)

  • Con qué rapidez ha progresado

  • Cómo ha sido la salud física y mental de la persona

  • Qué medicamentos o sustancias consume (incluyendo alcohol y drogas recreativas, sobre todo si la persona es joven) y qué complementos dietéticos toma (incluyendo hierbas medicinales)

  • Si se ha iniciado o suspendido recientemente el tratamiento con algún fármaco

La información también puede provenir del historial clínico, la policía y el personal médico de urgencias, o de pruebas físicas, como frascos de pastillas o documentos. Los documentos incluyen talonarios de cheques, cartas recientes, facturas no pagadas o citas no cumplidas, que indican posibles alteraciones de la función mental.

Si el delirio está acompañado de agitación, alucinaciones, ideas delirantes o paranoia, debe distinguirse de una psicosis por trastorno psiquiátrico, como la enfermedad maníaco-depresiva y la esquizofrenia. Por lo general, los afectados de psicosis por trastorno psiquiátrico no presentan confusión ni pérdida de memoria, y su estado de consciencia no es fluctuante. Por lo general, un comportamiento psicótico que aparece en edades avanzadas indica delirio o demencia.

Tabla

Exploración física

Durante la exploración física se buscan signos de trastornos que causan delirio, como infecciones y deshidratación. También se realiza una exploración neurológica.

Pruebas del estado mental

Se realiza una prueba del estado mental a los posibles afectados por delirio. Primero se les hace preguntas para determinar si el principal problema es la incapacidad para prestar atención. Por ejemplo, se les lee una lista corta y se les pide que la repitan. El médico tiene que valorar si los afectados asimilan (registran) lo que se les ha leído, ya que si padecen delirio no podrán hacerlo. Las pruebas del estado mental incluyen también otras preguntas y tareas, como pruebas de memoria a corto y largo plazo, nombrar objetos, escribir oraciones y copiar figuras. Las personas con delirio pueden estar demasiado confusas, agitadas o retraídas para responder a esta prueba.

Pruebas complementarias

Por lo general se obtienen y analizan muestras de sangre y orina para detectar trastornos que se cree que pueden causar delirio. Por ejemplo, algunas causas de delirio pueden ser alteraciones en los niveles de electrólitos y de azúcar en sangre, así como los trastornos hepáticos y renales. Por lo tanto, suelen realizarse análisis de sangre para determinar los niveles de electrólitos y azúcar en sangre, y para evaluar el funcionamiento del hígado y los riñones. Si se sospecha un trastorno tiroideo, pueden hacerse pruebas para evaluar el funcionamiento de la glándula tiroidea. En cambio, si se sospecha que la causa puede ser algún fármaco pueden hacerse pruebas para determinar la concentración del fármaco en sangre. Estas pruebas pueden ayudar a determinar si los niveles de fármaco son bastante altos para tener efectos nocivos, y si se ha tomado una sobredosis.

Se realizan hemocultivos en busca de infecciones. Se puede solicitar una radiografía de tórax para determinar si la neumonía puede ser la causa del delirio, especialmente en las personas mayores que respiran rápido, tengan o no fiebre o tos.

Por lo general se realizan una tomografía computarizada (TC) o una resonancia magnética nuclear (RMN) del cerebro.

A veces se hace una prueba que registra la actividad eléctrica del cerebro (electroencefalograma, EEG) para determinar si un trastorno convulsivo ha provocado el delirio.

La electrocardiografía (ECG), la pulsioximetría (con un sensor para medir el nivel de oxígeno en sangre) y la radiografía de tórax son técnicas usadas para evaluar el funcionamiento del corazón y los pulmones.

Si la persona tiene fiebre o dolor de cabeza se puede realizar una punción lumbar para obtener líquido cefalorraquídeo y analizarlo. Este tipo de análisis ayuda a los médicos a descartar posibles infecciones como una hemorragia alrededor del encéfalo y de la médula espinal.

Tratamiento del delirio

  • Tratamiento de la causa

  • Medidas generales

  • Medidas para controlar la agitación

Se hospitaliza a la mayoría de los afectados por delirio. Sin embargo, cuando la causa del delirio puede corregirse fácilmente (por ejemplo, si se debe a un bajo nivel de azúcar en sangre), la persona permanece en observación por un corto periodo de tiempo en el servicio de urgencias y luego recibe el alta.

Tratamiento de la causa

Tras identificar la causa, se corrige o se trata con rapidez. Por ejemplo, combatiendo las infecciones con antibióticos, corrigiendo la deshidratación con líquidos y electrólitos por vía intravenosa y tratando el delirio por abstinencia de alcohol con benzodiazepinas (así como con medidas para abandonar su uso).

El tratamiento precoz del trastorno causante del delirio suele evitar los daños cerebrales permanentes y llevar a la recuperación completa.

Si es posible, debe suspenderse el tratamiento con cualquier fármaco que pueda empeorar el delirio.

Medidas generales

Las medidas generales también son importantes.

Debe mantenerse un entorno lo más silencioso y tranquilo posible. Además, deberá estar bien iluminado para que se pueda reconocer qué y quién está en la habitación y saber dónde se está. Los relojes, calendarios y fotografías de familiares en la habitación favorecen la orientación. En cada oportunidad, los miembros del personal y de la familia deben tranquilizar a los afectados y recordarles la hora y el lugar. Hay que explicar las técnicas antes de su aplicación y durante su proceso. Las personas que necesitan gafas o audífonos han de poder disponer de ellos.

Los afectados por delirio son propensos a presentar problemas asociados, como deshidratación, desnutrición, incontinencia, caídas y úlceras de decúbito. Se requiere un cuidado meticuloso para evitar estas complicaciones. Así, los afectados, sobre todo los de edad avanzada, se beneficiarán del tratamiento realizado por un equipo interdisciplinario, compuesto por médicos, fisioterapeutas y terapeutas ocupacionales, personal de enfermería y trabajadores sociales.

Control de la agitación

Los que están muy agitados o con alucinaciones se lesionan a veces a sí mismos o lesionan a sus cuidadores. Las siguientes medidas ayudan a evitar las lesiones:

  • Animar a los familiares a estar con el afectado.

  • Instalar al afectado en una habitación cercana al servicio de enfermería.

  • Proporcionar un cuidador (del hospital) para que siempre le acompañe.

  • El régimen farmacológico del afectado se simplifica tanto como sea posible.

  • Si es posible, evitar el uso de ciertos dispositivos, como vías intravenosas, sondas vesicales o contenciones acolchadas, ya que confunden y alteran más, lo que incrementa el riesgo de lesiones.

Sin embargo, durante la hospitalización a veces se requiere el uso de contenciones acolchadas, por ejemplo para evitar que se arranquen las vías intravenosas y prevenir caídas. Un experto del equipo asistencial debe aplicar estas contenciones, que se desatarán a intervalos frecuentes y se retirarán lo antes posible, porque alteran al afectado y agravan el estado de agitación.

Se administran fármacos para controlar la agitación solo cuando se ha demostrado la ineficacia de otras medidas. Suelen usarse dos tipos de fármacos, aunque ninguno es ideal:

  • Los fármacos antipsicóticos son los más utilizados. Sin embargo, pueden prolongar o empeorar la agitación, y algunos tienen efectos anticolinérgicos, como confusión mental, visión borrosa, estreñimiento, sequedad de boca, mareo, dificultad para iniciar y continuar la micción y pérdida del control de la vejiga. Los antipsicóticos más modernos, como la risperidona, la olanzapina y la quetiapina tienen menos efectos secundarios que los antipsicóticos antiguos, como el haloperidol. Sin embargo, si se usan durante mucho tiempo, los medicamentos más nuevos pueden causar aumento de peso y concentraciones anormales de grasa (lípidos) (hiperlipidemia), además de aumentar el riesgo de diabetes tipo 2. En las personas mayores con psicosis y demencia, estos medicamentos pueden aumentar el riesgo de accidente cerebrovascular y de muerte.

  • Se administran benzodiazepinas (un tipo de sedantes), como el lorazepam, cuando el delirio se debe a la retirada de un sedante o del alcohol. No se utilizan para tratar el delirio causado por otros trastornos, dado que provocan más confusión, somnolencia, o ambas, especialmente en las personas mayores.

Estos fármacos se prescriben con cautela, especialmente en los ancianos. Se administra la dosis mínima eficaz y se suspende su uso lo antes posible.

Pronóstico del delirio

La mayoría de las personas con delirio se recuperan por completo si la afección que lo causa se identifica y se trata rápidamente. Cualquier retraso disminuye la posibilidad de recuperarse totalmente. A pesar de que se trate el delirio, algunos síntomas pueden persistir durante semanas o meses, y la mejoría es lenta. En algunos casos el delirio evoluciona hacia una disfunción cerebral crónica similar a la demencia.

Los hospitalizados con delirio tienen más probabilidades de presentar complicaciones (o incluso morir) que cualquier otra persona durante la estancia en el hospital. Del 35 al 40% de los afectados por delirio durante una estancia hospitalaria fallecen antes de 1 año, pero la causa de la muerte suele ser otro trastorno grave, no el propio delirio.

Además, las personas con delirio, en especial las de edad avanzada, están en el hospital durante más tiempo, sus tratamientos son más costosos y el tiempo de recuperación, una vez abandonado el hospital, es mayor.

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